martes, 20 de septiembre de 2011
MADRID-SEGOVIA 100K
Lo más parecido a la felicidad.....
Segundo ultra a la buchaca, y no fué ni mucho menos fácil.
Después de una semana difícil por diferentes motivos, el viernes tarde fuí a recoger el dorsal a Plaza Castilla y la bolsa del corredor, con lo que entrábamos ya de lleno en los nervios precarrera.
Y digo nervios, porque fiel a mi costumbre de dejar todo para última hora, a las 20.00h del viernes aún no tenía preparado absolutamente nada.....
Si tenemos en cuenta que mi idea era dejar una mochila en Colmenar y otras dos a los Sres. Murillo para llevarlas a Cercedilla y Segovia, quizás se pueda catalogar de frivolidad este hecho.
En lo que concierne al tema logístico, contaba con el apoyo impagable e incondicional, como de costumbre, del Sr. Murillo, en este caso acompañado de mujer e hijo.
Para no abusar más de la cuenta, tenía previsto dejar la primera mochila en Colmenar, para coger gafas, gorra, geles, sales y algo de comida sólida, así como el Camelback, por si finalmente decidía usarlo. En un principio saldría con la riñonera de un sólo bidón y llevaría una botella de agua en la mano a partir de Colmenar, teniendo en cuenta que se preveía un día caluroso, como así fué.
Luego en Cercedilla, segundo lugar dónde nos podríamos avituallar "del exterior", me esperarían con la otra bolsa. Más comida, líquida y sólida, frontal, silbato y ropa de cambio por si las moscas.
Esto sobre el papel y teniendo en cuenta que los avituallamientos por parte de la organización estarían formados por agua, isotónicos y fruta, fundamentalmente.
SALIDA.
Sobre las 7.30h de la mañana llego a Fuencarral. Ambiente de gran carrera, nervios por todos lados y alguna cara conocida.
Dejo la mochila en el furgón de Colmenar y a cambiarme para la función.
Único fallo, la ausencia de baños. En cualquier carrera que se precie deben de ponerlos, principalmente porque los vecinos de alrededor no tienen por qué "pagar" nuestros nervios.
Charla técnico-informativa y rápidamente bajo el arco de salida.
Muy poquito antes de empezar me encuentro con el Sr. Alonso, conocido de las carreras de montaña y con el que compartí carrera y mantel en el K30 Peñalara, hace 3 semanas. Decidimos intentar ir juntos lo máximo posible para no aburrirnos, siempre y cuando uno no lastre el ritmo del otro.
Señalar que el sujeto quedó 2º el año pasado, con lo cual la empresa era un pelín arriesgada, pero yo tampoco iba con la intención sólo de acabar la prueba, sino intentar estar lo más delante posible, aunque me costara algún disgusto, como así fué....
Salida rápida, encima cuesta abajo, y el Sr. Alonso inmediatamente coge la cabeza de la carrera. Por mi parte tengo claro que ahí no puedo ir. Es mi segunda carrera larga y es fundamental no pasarse en el ritmo, además me dá corte, sé que no voy a ganarla y no quiero figurar.
Vamos unos 10/15 corredores disgregados en grupitos y ya un poco más atrás el grueso del pelotón en diferentes bloques.
Salida al campo buscando Tres Cantos y se estira el grupo. Hasta ahora el ritmo es muy cómodo, incluso contemplativo y aprovechando el respiro que nos dá la meteorología a esas horas.
El Sr. Alonso no para de mirar para atrás, buscando referencias de alguien más que quiera guerra. Y es en una de estas cuando un menudo italiano le alcanza y poco después, le sobrepasa. Sin alardes, a ritmo, pero muy constante, sabiendo lo que se traé entre manos. Poco después sabríamos que venía con la intención de batir el récord de la prueba, como así hizo.
Ya tiene objetivo el Sr. Vega para el año que viene, jeje.
Es en este tramo cuándo dudo qué hacer exáctamente; seguir a un ritmo cómodo con el grupo que me sigue, de unos 6 corredores,entre los que había gente experimentada y de nivel, o arriesgar y tirar junto con el Sr. Alonso y ver qué pasa, aunque quede un mundo por delante.
Evidentemente opté por la menos inteligente... aunque no me arrepiento.
Poco antes de llegar al avituallamiento de Tres Cantos, el Sr. Alonso decide hacer parada técnica y que luego me coje. Sigo sólo y en menos de una hora estamos sellando la credencial.
TRES CANTOS-COLMENAR VIEJO-PUENTE MEDIEVAL.
Rápido avituallamiento líquido y a correr por el carril bici unos kms. para abandonarlo más adelante hasta alcanzar el surco del río completamente seco.
A estas alturas el paisaje ya era desolador, por decirlo suave.
El calor apretaba de lo lindo a nuestra espalda, nada más salir del río cogíamos una pista de tierra que picaba ligeramente hacia arriba y se divisaba Colmenar al fondo, aunque parecía que no llegabas nunca.
Otro repecho importante antes de pisar asfalto y seguir subiendo hasta buscar el polideportivo, ya dentro del casco urbano.
Avituallamiento sólido y líquido, con fruta, que se agradecía, y recarga de geles. Cojo la gorra y gafas que no van a estorbar.
Aquí posiblemente cometí el primer error del día (el salir tan alegre no fué un error, fué una apuesta.... y salió mal).
De salida en el bidón de la riñonera llevaba agua y las sales en el bolsillo del maillot. Con esas sales tendría hasta Colmenar y allí recargaría dos sobres más para los tramos siguientes hasta Cercedilla.
Pero entre prisas y nervios varios, en Colmenar eché las sales que llevaba en el maillot al bidón, pero NO recogí los otros 2 sobres.
Resultado: tendría que administrar esas sales hasta Cercedilla (km. 68) dónde tenía otro sobre, precisamente en las horas de más calor del día y en las peores zonas. Imperdonable.
Como es normal, me dí cuenta de esto conforme pasaban los kms. y no era plan de darse la vuelta, jeje.
Saliendo de Colmenar, visita y ánimos de un ilustre. El Sr. Pablo Vega, ganador de la edición anterior, nos daba referencias del italiano y su ritmo, a la vez que nos advertía de lo que quedaba y la necesidad de administrar el esfuerzo. Un placer.
Salida de Colmenar hacía otra vía pecuaria que nos llevaría al Puente Medieval, con tramos algo más técnicos, de bajada fundamentalmente y senderos más divertidos.
A estas alturas íbamos el Sr. Alonso, otro italiano-portugués y un servidor, alternándonos en cabeza del grupo.
Antes de llegar, el omnipresente Sr. Vega de nuevo, que también se hizo sus kilómetros y que nos comunica la proximidad del avituallamiento.
En dicho avituallamiento, más personajes ilustres en esto de las carreras, el Sr. Gracia Garmendia y su pareja la Srta. Belén Díez que reparten ánimos, fotos y prudencia a diestro y siniestro.
Concretamente en mi caso me llamó la atención cómo Pedro no paraba de decirme: sosiega, David, sosiega, que queda mucho, cabeza..... Mientras Belén nos decía que diéramos caña al italiano......
Pareja encantadora dónde las haya. Gracias por estar allí.
MANZANARES-MATAELPINO-LA BARRANCA
Saliendo del Puente, dónde me he entretenido algo más, me descuelgo. Sigo a mi ritmo, les tengo a la vista y el tramo hasta Manzanares es bastante duro. No por el desnivel, sino por el terreno. Ligeramente ascendente con bancos de arena, en los cuales te hundes con facilidad, hasta llegar a un par de tramos interminables, rectos y secos, hasta girar a derechas para bajar hasta Manzanares por unos senderitos algo más chulos.
Nos vamos pasando y repasando sin ningún problema.
Pero bajando hacia el pueblo, empiezo a notar algo más que molestia en el cuádriceps izquierdo, sobre todo en los giros. No le doy demasiada importancia, excepto hacer todavía más incapié en beber, beber, beber.....
Hasta ahora no habíamos parado de correr prácticamente nada, y llevábamos casi 46 kilómetros.
Creo recordar, repito, creo, que pasamos la distancia maratón en 3h. 35m. o algo así.
Evidentemente íbamos rápido. Y cuando uno va a estas velocidades cualquier fallo o molestia, te deja atrás.
Asimismo los avituallamientos estaban siendo de maratón, con paradas inferiores al minuto. El cuerpo debe estar al 100% para asimilar todo lo que entre con esa fatiga. En el momento que no te siente algo bien, estás perdido....
Saliendo de Manzanares y antes de llegar a la barrera de la Pedriza, nos separamos.
El Sr. Alonso seguía con su ritmo machacón e incansable, sin prisa, pero sin pausa.
El italiano-portugués, el Sr. Pinto, me adelantó en el momento que yo echaba a andar debido a los calambres, aunque ya era demasiado tarde.
Levanté el pié, bebí, comí, con la esperanza de no perderlos demasiado de vista, pero cada 100m. tenía que parar y masajearme las piernas mientras seguía andando.
Decir que me vine abajo es obvio. Llevaba unas horas totalmente metido en carrera, motivadísimo y con ganas de correr, muchas ganas de correr y sufrir. Pero no sufrir de esa manera tan cruel.
Los calambres te dejan totalmente agarrotado, tensionas todo el cuerpo en el momento en que los recibes y dejan el músculo totalmente seco y dañado.
Por no hablar del hecho que me quedaba MEDIA carrera, algo más de 50 kilómetros y no veía cómo sería capaz de acabar. Bueno, si lo veía, pero el sufrimiento que iba a padecer por ello se me antojaba un muro. Era el momento inevitable de las lamentaciones, del qué hago yo aquí, por qué no habré salido a pasar el día más tranquilo, etc....
Eso sí, tenía claro que había que acabar la carrera.
Aún en este estado, iba 4º, un lujo para mí e impensable en el momento de salir. Sabiendo que me pasarían muchos corredores, era cuestión de resetear y convencerme de que empezaba otra carrera para mí.
Había hecho una apuesta muy fuerte y no me iba a salir nada bien....
A medio camino de Mataelpino una fuente. La vida.
Gorra, cabeza entera y bidón gozan de sus ventajas.
Andando-corriendo por tramos totalmente corribles llegó al pueblo.
Esto es lo peor, tener que andar en zonas que sabes que aunque sea al tran-tran podrías correr, pero al intentarlo las piernas dicen que, de momento, no.
Repechón a la llegada, giro a izquierdas y placita dónde está el avituallamiento.
Nueva fuente, más vida. Gorra, cabeza, cuádriceps, cuello, etc.... Mismo ritual. Bebo, como, bebo, como, descanso.
Después de unos 5 minutos allí y que la gente te mire cómo lo que eres, un alma en pena, salgo dirección a La Barranca.
Este tramo es algo más técnico, y por lo tanto más divertido. Alterna alguna subida fuerte, con senderos estrechos, piedra suelta y demás. Lo que corresponde a correr a las faldas de la Pedriza.
Lo peor está con la llegada al pueblo de Navacerrada. Vas paralelo a la carretera por unos senderos más bien chulos, estilo singletrack USA, hasta llegar a las urbanizaciones, dónde te diriges hacia La Barranca por la pista de tierra de la cual sale el Km. Vertical.
Subir por esta pista a las horas en las que subí yo, fué soporífero. No podía correr ni trotar, el sol dándome de lleno por detrás y la pista que nunca acaba... Bueno, o casi.
Con la llegada de los merenderos allí estaba el puesto. Un oasis en medio del desierto.
Repetición del ritual, añadiendo un par de plátanos y más aquarius para ver si recupero las patas y a seguir. En cuanto a las sales, iba rellenando el bidón con más agua cada cierto tiempo, administrándolas como si fueran oro.
LA BARRANCA-CERCEDILLA.
Cojo la carretera y al rato, después de despistarme y no saber si voy bien por ahí (el globo era ya de campeonato...), nada más pasar el antiguo Hospital, volvemos a coger sendero para encontrarnos con unos repechos muy agradables y sus correspondientes bajadas, antes de volver a cruzar la carretera que sube al Puerto de Navacerrada, para enfilar, mitad asfalto, mitad sendero, la llegada a Cercedilla siempre con terreno favorable.
En este tramo de asfalto tuve otro momento estelar.
Como la carretera invitaba a correr y, sorprendentemente, yo tenía ganas, lo intenté de nuevo.
Se conoce que los plátanos no habían hecho su función todavía y que la bajada anterior campo a través tampoco ayudó, porque a los pocos metros casi me tengo que tirar al suelo de los dolores y espasmos.
Gracias a un coche de la organización que llegó a mi altura y se interesó por mi estado, a pesar de que nada podía hacer.
Justo en este momento me adelantaban los Sres. Gallardo y Morales, a la postre 3º y 4º, que me invitaron a unirme a ellos. Más quisiera yo.
Dejamos el asfalto, senderos cercedilleros y llegada al polideportivo de Cercedilla en sentido inverso al recorrido del Ducross.
Aquí me esperaban los Sres. Murillo. Soplo de vida.
CERCEDILLA-ALTO DE LA FUENFRÍA.
Llegada y deseado descanso. Con diferencia fué el avituallamiento en el que más tiempo estuve. Y buena falta me hacía.
Bebo y como todo lo que caé en mis manos, pero me doy cuenta que la comida solida no me sienta bien. No la asimilo.
Tanto un plato de paella que me facilita la organización (buenísimo por otra parte), como un sandwich de cosecha propia que me dá Manuel, no hacen otra cosa que provocarme naúseas. Tengo una sensación constante de fatiga en el pecho, no puedo prácticamente ni hablar y me cuesta bastante respirar pausadamente. Demasiada agitación como para poder comer.
Afortunadamente, llevaba alimento líquido en previsión de casos como este. Me tomo el batido prácticamente entero, relleno el bidón con las sales que me quedan con la esperanza de no echar ningún sobre de menos de aquellos que dejé en Colmenar, y sigo bebiendo Coca-Cola, agua, comiendo sandía.
Líquidos, líquidos, líquidos....
Como para que el estómago no esté revuelto.
No sé exáctamente el tiempo que pasé allí. Estaba totalmente grogui. Para muestra, un par de botones cortesía de la Sra. Murillo:
Un poema.
Lo que no se me olvidará es el trato que recibí por parte de los Sres. Murillo.
Impagable e imborrable el cariño, mimo y delicadeza con que me trataron. Difícil de explicar lo que se siente al verse apoyado y arropado por gente que te quiere, cuando ni tu eres capaz de sostenerte en pié.
Una vez más gracias.
Salida del polideportivo con muchos ánimos por parte de voluntarios y demás, aunque no tuviera muy claro hacia dónde iba.
Momento ambiguo.
Por una parte, y llegado hasta aquí, había que acabar. Pero en el momento en que Manuel me dijo: nos vemos en unas horas, yo pensé: si, claro, ¿pero en cuantas?.
Se me hacía un mundo llegar a Segovia, lo veía tan lejos y con tanto sufrimiento de por medio...
En cualquier caso, salgo trotando.
3 metros me dura el trote. Tengo que pararme porque la pierna izquierda me duele como si me acabaran de dar una patada en pleno cuádriceps. La parada y sentada en el polideportivo han hecho que me enfríe lo justo para que la pierna se sobrecargue más de la cuenta y decida ser más protagonista aún.
Sigo andando como puedo, cojeando, mientras me cruzo al 7º clasificado en esos momentos que está llegando.
Cruzo Cercedilla trotando-andando, con bastantes dolores y dudando poder llegar hasta la Calzada.
Para colmo, antes de coger la carretera de las Dehesas, nos obligan a girar hacia abajo hasta llegar a la estación de tren y así enfilar la eterna subida por asfalto. Qué detalle!!!.
Lo bueno de esta zona es que la mayoría de la gente andará y mucho, por lo tanto no perderé tanto tiempo.
Pese a que mi objetivo hacía muchos kilómetros, era acabar la carrera y cuanto antes, a nadie le gusta que le adelanten por muy mal que vayas.
Este fué otro de los tramos que se me hizo interminable. Sólo son 7k. pero no llegaba nunca. Para colmo, antes de llegar me adelantaron otros 3 corredores a los que me fué imposible seguir pese a mis intentos de trotar.
Inútil. Cada vez que empezaba a semiflexionar las piernas para correr, al rato se empezaban a cargar las piernas y comenzaban las descargas.
Pues nada, a seguir andando y a sobrevivir.
Llegada al control, más aquarius, más agua y plátanos y para arriba.
En el primer tercio de subida, vuelvo a encontrarme al Sr. Vega, que me informa que voy 10º. Más ánimos que siempre vienen bien y a seguir. Detallazo de nuevo.
Enorme el seguimiento que realizó durante la carrera. Un placer ver cómo gente de ese nivel se apasionan con las carreras y la manera en que apoyan a los corredores.
El resto de subida no se dá mal del todo, teniendo en cuenta los kilómetros anteriores. Encuentro otra fuente dónde repongo agua y empiezo a trotar por tramos sin que molesten demasiado las piernas. Van muy castigadas, tanto por kilómetros como por calambres, pero la cabeza sigue intacta. Estoy con ganas y me anima bastante el hecho de ver que vuelvo a trotar regularmente.
Importante que el cuerpo vuelva a acostumbrarse a correr. Sigues sufriendo pero de "otra" manera.
Uno de mis "miedos" era coronar la Fuenfría. De aquí a Segovia hay 22k. prácticamente TODOS de bajada. Si seguía con los calambres, podía ser antológico.
Pero en este momento ya sólo pienso en llegar a Segovia, sea como sea.
ALTO DE LA FUENFRÍA-SEGOVIA.
Corono, charlo con los 2 voluntarios y miro el reloj.
En el momento en que he visto que puedo correr, vuelve a salir la vena competitiva.
Mi idea primaria era estar entre 10-12 horas, después de los problemas, con acabar tenía bastante. Pero ahora creo que puedo estar en algo más de 11 horas, que no estaría nada mal.
Todo depende de si aguanto corriendo o no.
Y sorprendentemente las sensaciones bajando son buenísimas. Entre las ganas de llegar, la caída de la tarde y que el terreno ayuda, me encuentro bastante cómodo.
Con excepción de un tramo de sube-baja de asfalto antes de llegar a la Cruz de la Gallega, en el cual me adelantan otros 2 corredores, y que se hace eterno, vuelvo a estar con ganas.
Claro que aquí las ganas sí que son por llegar YA.
Desde este último avituallamiento ya se divisa Segovia al fondo y eso ayuda tanto como desanima.
Pero poco a poco vamos haciendo camino.
El objetivo en esta parte final es llegar, con el mejor tiempo posible, y que no me coja nadie más.
Para ello cada cierto tiempo, la mirada hacia atrás es obligada. Nadie.
Pero no puedes fiarte, aunque alternas correr con andar, te dá la sensación que en el momento que andes más de la cuenta vendrá alguién por detrás y después de estar todo el día dándole a la zapatilla te "quitará" otro puesto. Cosas de la cabeza....
Te obligas a correr continuamente, pese al enorme dolor de piernas que llevas soportando hace muchas horas. Bueno, de piernas, espalda, brazos, cuello, etc...
Te dás cuenta lo que significa estar CANSADO. Y la cantidad de sufrimiento que puede aguantar un cuerpo cuando la cabeza va por delante de él. Y te emocionas....
Y piensas en todo lo que has entrenado, sufrido, aguantado. Y en TU gente, y en que te gustaría que estuvieran allí, para compartirlo contigo. Aunque no tengas ni fuerza ni lucidez para agradecérselo como te gustaría, pero que estuvieran allí. Porque es de esos momentos que guardas para siempre, para tí.
Y con algo tan simple y sencillo como correr. Qué maravilla!!!.
Y cuando te quieres dar cuenta, pisas asfalto segoviano. Inmediatamente buscas con la mirada la plaza del acueducto, que por cierto, no queda nada cerca.
Pregunto a unos voluntarios que me animan y me dicen que a unos 2k.
Joder, qué ánimos!!!.
Mezclado entre la buena gente segoviana que salen a pasear o a cenar por su ciudad no dejas de pensar cuándo dejarás de correr.
Hasta que ves una calle peatonal, en ligera cuesta abajo, de unos 100m. Y ves al fondo lo que parece ser el acueducto. Y empieza a circular adrenalina. Y no duele NADA. Te vienes arriba. Lo has conseguido.
Eres la Roja, Nadal, Contador, Gasol y compañía (por cierto, enhorabuena), TODOS juntos.
Eres la ostia, y a la vez, no eres nadie.
Eres un deshecho humano, no puedes casi ni andar y te duelen músculos que ni sabías que tenías. Si alguien te roza, lo más fácil es que caigas al suelo y no puedas levantarte.
Pero estás en la gloria.
Y de repente, oyes voces que te suenan. En concreto una que chilla papá... Inconfundible, y encima con megáfono. Cómo si le hiciera falta!!.
Y sigues corriendo y ves caras conocidas, las caras que quieres ver. Y, aunque algo te olías, no te lo acabas de creer. Están ahí!!!!!
Y es justo en ese momento cuando quieres que se pare todo. Y quedarte ahí.... para siempre.
Cruzo la meta, no me entero de nada. Dejo la credencial para que me pongan el último sello y sólo quiero tumbarme.
Aquí tengo que decir que la organización no estuvo a la altura.
Nos sentamos en unos bancos de la plaza, y en mi caso, gracias a que otro corredor me cedió el sitio. Una botella de agua y un aquarius para beber, y porque lo pedí. Lamentable.
La medalla de finisher la entregan en mano junto con las credenciales.
Nos quejábamos de la precariedad de la llegada en Navacerrada del Gran Trail de Peñalara el año pasado, pero no hay comparación. Y no hablo ya de otros ultras a nivel nacional o internacional.
Creo que es un aspecto a mejorar por parte de una organización que rayó a muy buena altura durante el resto de la prueba y con unos voluntarios, como la mayoría de los casos, impecables.
Poco a poco voy volviendo a la calma, aunque sigo muy fatigado, con naúseas y con hambre, pero sin ganas de probar bocado sólido. No sé que hacer con las piernas, jeje. Me zarandeo constantemente y estoy rígido como un palo.
Vamos, como si hubiera corrido 100 kilómetros.
Ducha a posteriori con agua fría (otro detalle de la organización....) y después de andar un buen rato parece que vamos volviendo en sí.
Cena con casi todos los amigos y para Madrid.
Lamentablemente, como todo lo bueno, se acaba el día.
Y así finaliza el periplo de la Madrid-Segovia 100K.
Como siempre en este tipo de pruebas, toda una experiencia que vá mucho más allá de lo deportivo, rozando, e incluso traspasando, todo tipo de límites y que te lleva a conocerte todavía más.
Totalmente recomendable desde el punto de vista humano, aunque radicalmente desaconsejable desde el punto de vista deportivo.
Repetiremos en este tipo de pruebas???
Seguro!!!
Enhorabuena a tod@s los que se pusieron en la línea de salida de Fuencarral a eso de las 9 de la mañana. Unos llegaron y otros no, pero el sólo hecho de presentarse, prepararse y tomar parte en una prueba de este tipo merece todos nuestros respetos.
Agradecimientos a tod@s aquell@s que antes, durante y después se dedicaron a darnos ánimos, tanto presenciales como on-line. No sabéis lo que ayuda y lo bien que viene.
A los Sres. Alcaide, Jiménez y Rubio por desplazarse hasta Segovia para la llegada y sorpresa. A pesar de lo mal que mentís, el objetivo se cumplió con creces.
A los Sres. Murillo por lo mismo, con el añadido del viaje a Cercedilla y el hecho de llevar consigo a Manuel jr. de tan sólo 4 meses, con el consiguiente trote para el joven, cuando otras parejas no sacan a sus hijos de viaje hasta los 2 años, jeje.
Y muy especialmente a la Jefa, por soportarme, aguantarme, intentar entenderme (qué no es nada fácil...) y quererme. Por dejar que haga realidad todas mis chaladuras e intentar acompañarme en alguna de ellas.
Por días como estos merece la pena todo el sufrimiento que conlleva preparar algo como esto.
A todos, mil gracias. Es un lujo conoceros y teneros como amigos.
Saludos
DavidP
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Parece mentira todo lo que puede pasar en una carrera larga, subidones y bajones enormes, es una puñetera montaña rusa. Es en parte el valor de estas carreras, en una maratón revientas y te arrastras a meta, aquí revientas y revives, y vuelves a reventar, y vuelves a asomar la cabeza.
ResponderEliminarAmena tu historia, hala, ya van dos.
s
Muy buena la crónica, David. Muy objetiva en todos los aspectos... y muy entretenida... ;-)
ResponderEliminarY respecto a la carrera... creo que cada tramo lo afrontaste como debías de hacerlo y supiste reconducir muy bien objetivos... tiene mucho mérito, no todo el mundo es capaz... el año que viene nos vemos en la salida, ok?... ;-)
Enhorabuena, campeón! Con relatos como éste, los que estamos animados a empezar con esto del ultra, alucinamos. Muchas gracias por compartirlo!
ResponderEliminarQuique